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La televisión y los niños

Los medios de comunicación social nos ofrecen toda la información de cuanto sucede en el mundo entero. Los niños están particularmente expuestos a la influencia de la televisión, teniendo en cuenta que se encuentran en una fase en desarrollo y que todo lo que reciben contribuye a formar (o deformar) su persona.

Por ello, los adultos, y en especial los padres y las madres, debemos vigilar y guiar a nuestros hijos en su contacto casi cotidiano con este medio de comunicación. Es bueno estar bien informado, pero el problema radica en que estos medios se convierten sobre todo en medios de mentalización.

 

Diferentes medios

  • Vía afectiva, emotiva. Por esta vía es fácil despertar e incrementar las conductas violentas y agresivas, presentando modelos que triunfan y a los que les resulta muy rentable tal comportamiento. En el caso concreto de los niños les queda claro, desde los primeros años, que lo que se hace y dice en la «tele» es bueno y recomendable. Ahí está el peligro.
  • Vía de los reflejos condicionados. Estamos llegando a una dependencia generalizada del consumismo. Hoy más  que nunca la ética de la persona y las pautas de su conducta están siendo marcadas por la estética del consumo a causa de la televisión.
  • Vía subliminal. La fascinación de las imágenes y de los hechos que ofrece la pequeña pantalla actúan sobre los mecanismos que activan la conducta del sujeto sin que él se percate de que está siendo moldeado (teledirigido) día tras día.

Según las estadísticas, nuestros hijos pasan cada año frente al televisor unas 1.300-1400 horas, mientras que las horas del colegio no llegan a mil. Por lo tanto, estamos ante un medio tan poderoso que todos tenemos que aprender a usarlo. La televisión tiene un potencial inmenso que puede ayudar muchísimo a aprender y a saber muchas cosas en poco tiempo, que puede enriquecer la mente y el psiquismo humano.

 

Perjuicios y beneficios de la televisión

El principal problema es que la televisión no deja tiempo para el diálogo entre los miembros de la familia. Es evidente que la televisión corta de raíz la posibilidad de desarrollar otro tipo de actividades en todos los hogares: dialogar, leer, estudiar, escuchar música, jugar, reír, y hasta dormir.

En resumen, dos son las consecuencias negativas que están perjudicando al niño y a la familia: la primera es la incomunicación, no hay tiempo para hablar de nada, porque la «tele» lo absorbe todo, y la segunda es que indirectamente se está perjudicando el hábito de la lectura, que influye en gran medida en los resultados escolares.

Por otro lado, la televisión es un recurso valioso, tanto para aprender como para entretenerse. Si se mantiene en una proporción adecuada, es un factor positivo. Las personas que miran la televisión tienen una visión del mundo mucho más amplia que quienes no la miran. También con ella se podrían lograr muchísimas cosas como, por ejemplo, fomentar conductas sociales de cooperación y ayuda a los demás, de autocontrol, de esfuerzo y formación personal, etc. Ofreciendo modelos dignos de imitar por su atractivo y cuya conducta responsable y respetuosa fuera provechosa.

 

¿Cómo utilizarla?

1. Lo primero es aprender a prescindir de ella y apagarla cuando los temas no sean de nuestro interés o el de nuestros hijos y no permitir que nos «organice la vida».

2. Aprovecharla para estimular el diálogo familiar comentando temas de interés y fomentar la actitud crítica.

3. No estar psíquicamente pasivo, sino activo. Un buen programa de televisión estimula intelectualmente como el mejor de los libros.

4. Los contenidos de ciertos programas interesantes pueden servir de material de trabajo para el estudio, inclusive para el colegio.

5. Hay que enseñar a nuestros hijos a «ver» anuncios y a desenmascarar la manera en que pretenden convencer e influir al televidente para incitarle a comprar.

6. Utilizar determinados programas para enjuiciarlos, analizarlos, criticarlos y valorarlos en común. Que hasta los más pequeños opinen y sean escuchados por todos.

7. Acompañar siempre que se pueda a los niños mientras están frente al televisor para enseñarles  a tener una mente activa y crítica. Que sepa comentar y valorar actitudes, gestos, conductas… y no sólo contemplar pasivamente.

8. No permitir que el niño vea la televisión más de una hora diaria en lugar de las tres horas que ve el niño español por término medio y de las cuatro-cinco que suele ver el sábado y domingo. Establezca un límite semanal en horas que resulte razonable.

9. Consulte cada semana la programación de televisión junto con sus hijos, y discutan qué programas desean ver. Si entre lo seleccionado predomina en exceso un determinado tipo de programa, acuerde un límite.

10. Organizarles  actividades deportivas, reuniones con amigos, actividades al aire libre… para ir reduciendo el tiempo dedicado a la televisión.

11. Dé ejemplo. Planifique lo que va a ver, en lugar de ir «zapeando» de canal en canal en busca de algo que le enganche.

12. Convertirla en un instrumento válido en la formación del niño o del adolescente, a todos los niveles.

 

Depto. de Psicopedagogía y Orientación del Colegio Internacional Ausiàs March

Colegio Internacional Ausiàs March: Urbanización Residencial Tancat de L’ Alter, 46220 Picassent, Valencia – Tel. 961 23 05 66

 

 

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