Yo no desaproveché la ocasión de admirarlos cuando se expusieron en la Fundación Bancaja. Pero aún hubo de transcurrir bastante tiempo hasta que yo me decidiera a mantener contacto con la Hispanic Society, y cuando por fin lo hice, no confiaba mucho en obtener respuesta. El escepticismo no me fallaba nunca en los momentos cruciales que jalonaban mi existencia. Sin embargo, al cabo de un par de días recibí un ‘mail’ firmado por Marcus B. Burke, conservador jefe del museo, quien manifestaba encontrarse enormemente interesado en examinar los bocetos de The Major of Torrente que obraban en mi poder; y además, acotaba el señor Burke, “estaría encantado de autentificarlos, desde luego sin ningún ánimo crematístico”. En todo caso, lo que de verdad me espoleó la curiosidad fue el epílogo de su mensaje: “Y yo por mi parte le contaré a usted una curiosa historia, que seguramente usted desconoce, que tiene que ver con un incidente acontecido en Torrent [lo escribía con la nomenclatura correcta] en torno al cuadro en cuestión y en el que se vieron implicados, aparte del pintor, varios lugareños, entre ellos su abuelo paterno”. De modo que, con los bocetos dentro de un cartapacio marrón cerrado con gomas bajo el brazo, me encaminé sin demora hacia la estación de metro de Times Square. Pasé por debajo de un descomunal “Subway” inscrito en la marquesina de la entrada. Me subí a un convoy de la línea 1, con final de trayecto en El Bronx, y me apeé en la parada 157 th Street, a tiro de piedra de la Avenida Broadway, donde está enclavada la sede de la Hispanic Society, entre las calles 155 y 156. Antes de entrar en el imponente edificio, solo me entretuve observando una escultura del Cid Campeador. Un amable empleado del museo me acompañó hasta las oficinas del señor Burke. El conservador jefe salió a recibirme y nos dimos un fuerte apretón de manos. Casi diría que con demasiada energía por su parte. Y sin solución de continuidad el señor Burke me condujo a la sala donde estaba colgado el retrato de mi abuelo, con una placa al pie que decía: “The Major of Torrente, 1929. José López Mezquita”. El señor Burke cazó al vuelo el esbozo de sonrisa que se perfiló en mi boca y no me quedó otra que aclararle el motivo: “Mi abuelo aquí, en Nueva York! No se lo creería él ni aunque pudiera verlo.
Continuarà
Enrique S.Cardesín Fenoll